domingo, 31 de enero de 2010

6 y 18

Las alas de las aves se congelan en un frio acogedor…las cenizas rojo sangre vuelan con el viento otoñal que recorre las calles de aquella ciudad abandonada. Un grito estremecedor se oye a lo lejos, pero entre los escombros solo hay huellas y nieve. Los demonios de otras vidas y de otros tiempos se apoderan de las mentes débiles de los desamparados y de los moribundos. El silencio se hace canción en un segundo impermeable. Las lágrimas caen inertes al suelo, alimentando las yagas agonizantes de la tierra infértil. Las voces se hacen tenues, se alejan con el polvo que se lleva el aliento de los dioses. El corazón ya no late, pero te mantiene vivo. Kilómetros de sangre, leguas de frio, jirones de tristeza, y una sonrisa rompe el sopor. Perlas que iluminan una noche que cuestionaba las estrellas, una noche sin luna. Carcajadas que resuenan en las neuronas de los sordomudos. Luces fluorescentes que iluminan los ojos de los ancianos.

El sol ilumina rostros antes esperanzados, hoy ilusionados…las leyes de la física no se aplican a los mendigos…

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