sábado, 20 de febrero de 2010

1 y 11

La luna se esconde detrás de una espesa nube de polución citadina. Las notas danzan en torno a los fuegos invisibles del destino. Las guitarras suenan incesantes, jinetes de las nubes. La música desaparece lentamente, se detiene, muere. El hombre se ve reflejado en el espejo de los desengaños y llora. Llora por una luz que ya no vuelve, por una tormenta que ya no ruge, un planeta que ya no gira; por la muerte que se aproxima. Llega la inquisición "Yo te absuelvo de todos tus pecados". La sangre corre, todo se vuelve nada, ciudad de locos corazones. Ojalá la luna pudiera iluminar esta noche roja, miradas de humo en el firmamento. Las estrellas colisionan y hablan entre susurros. La luz del sol se extingue con el último grito. Suenan disparos, llantos desesperados del humano que perece. Todo se inunda en lágrimas.

El mundo deja de latir, minutos entintados. Libres son ahora los cometas y las galaxias. Parémonos en los anillos de Saturno a contar pedazos de roca que flotan en el vacío universal. Juntémonos a divisar un nuevo amanecer.


Hablemos de amor mientras volamos sobre un planeta que agoniza.

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